Una reflexión personal
Año tras año al llegar a la navidad comienzan las campañas de sensibilización y de ayudas a los más necesitados, algo que deberíamos hacer durante todo el año pero que desgraciadamente no sucede, aunque afortunadamente existen muchas asociaciones a las que aportar un granito de arena, cantidades insignificantes para nosotros que pueden ayudar a salvar la vida de alguien o matar el hambre.
No quiero entrar en políticas ya que me parece lamentable que mientras unos se enriquecen otros no tengan un trozo de pan para llevarse a la boca. Somos unos afortunados, vivimos nuestro mundo a nuestra manera, tenemos (en menor o mayor medida) el privilegio de pertenecer a países o lugares donde se habla de crisis, de que sube el precio de la luz o del tabaco y quejarnos por ello, pero solo hace falta echar una ojeada a nuestro alrededor, en nuestras propias ciudades, a barrios marginales o chabolas para darnos cuenta de nuestra posición, no es más rico el que más tiene si no el que menos necesita.
Hay momentos en los que todos y cada uno de nosotros debemos poner los piés en la tierra, no cerrarnos en «nuestro mundo» y quejarnos por cosas absurdas como lo material. Mirar a nuestro alrededor y sentirnos afortunados por tener lo que tenemos. Es triste, muy triste, tampoco sirve con ver a los demás pasarlo mal y compadecerse, tenemos que ayudar, lo que para nosotros es un café o una cerveza, para otros puede ser el alimento que los mantenga en pié durante todo un mes.
Con esta nota no intento sensibilizar a nadie, cada uno es libre de opinar y demostrar o no sus sentimientos, se trata tan solo de una pequeña reflexión personal que tengo ganas de compartir con vosotros, mi pequeño granito de arena por todos aquellos que lo están pasando mal mientras nosotros «los privilegiados» nos encontramos en fechas de consumismo, gastando dinero a raudales en compras navideñas muchas veces innecesarias.
Dediquemos un minuto de reflexión a toda esa gente y no volvamos la cabeza para otro lado. Hay muchas formas de ayudar, y no solo económicamente, muchas veces tiramos a la basura nuestras viejas ropas porque queremos renovar vestuario, o nos deshacemos de viejos libros, juguetes etc etc, pequeñas cosas que para nosotros no tienen importancia pero que otros desearían tener.
No voy a nombrar el nombre de ninguna ONG porque no es el caso, pero todos sabemos que hay gente que se preocupa por los más necesitados y no hay nada mejor que hacer algo bueno por los demás para sentirse bien con uno mismo.